Reseña Histórica
En el 2019 la comunidad nikkei celebró 120 años del inicio de su historia. Hoy que los nikkei son parte de la diversidad del país y que están totalmente integrados a su quehacer, la mirada al pasado, al origen, permite descubrir hechos que forman parte de la memoria colectiva de esta comunidad.
Hay una historia mucho más antigua que la de la hoy muy popular cocina nikkei o la de los matsuri. Es la que se inicia el 3 de abril de 1899 con la llegada al Perú de los primeros 790 inmigrantes japoneses, quienes vinieron contratados para trabajar en las haciendas de nuestra costa.
¿Cómo así su destino fue el Perú? Habría que remontarse al Japón de la segunda mitad del siglo XIX, que durante la era Meiji abrió las puertas a la migración para combatir el desempleo, sobre todo en las zonas rurales. En 1868 se produjo la primera migración japonesa al exterior, con el viaje a Hawái de 148 japoneses.
Siguió el Perú, que requería de mano de obra para la creciente industria azucarera. Veinte años antes de ser presidente de la República, en 1898 Augusto B. Leguía era gerente general de la British Sugar Company y fue por sugerencia suya que la Compañía de Emigración Morioka se interesó en el Perú y gestionó ante la Oficina de Asuntos Extranjeros en el Japón incluir al país dentro de las zonas autorizadas para el envío de inmigrantes.
A pesar del resquemor por el incidente del barco María Luz (relacionado a la liberación de culíes chinos en esta embarcación peruana, que finalizó con el Tratado de Paz Amistad, Comercio y Navegación suscrito entre el Perú y Japón en 1873), el gobierno peruano dio luz verde a la inmigración por contrato.
Se inició así el proceso de reclutamiento de trabajadores en Japón a través de prometedores anuncios, que más allá de indicar el salario y condiciones, describían la tierra prometida, como recoge el libro Hacia un nuevo sol, de Mary Fukumoto (APJ, 1997):
“Las plantaciones están el el área desértica de la costa peruana. El clima siempre es bueno. La brisa fría sopla desde el océano durante todo el año. Nunca hace excesivo calor. El clima es adecuado para el japonés. No hay enfermedades endémicas, la zona es apropiada para la buena salud. Aun más, los peruanos dan una buena bienvenida para el japonés”.
Al primer grupo que llegó en el Sakura Maru, todos varones de distintas prefecturas de Japón, le siguieron otros 82 grupos –ya integrados también por mujeres y niños– hasta 1923, en que finalizó la migración por contrato. Hasta esa fecha 18,727 japoneses habían llegado al Perú.
La migración por llamado
Aunque los contratos eran por cuatro años, la mayoría de japoneses decidió quedarse. Muchos dejaron las haciendas al poco tiempo por los malos tratos o los incumplimientos de los contratos y fueron migrando hacia las zonas urbanas. Inclusive algunos se aventuraron a ir hasta Bolivia, que también celebra este año los 120 años de inmigración japonesa.
Desde 1924 continuaron llegando inmigrantes, pero ya no contratados, sino por el llamado de parientes y amigos, lo que se conoce como ‘yobiyose’. Mejor establecidos, los japoneses trajeron a sus familiares (algunos matrimonios se produjeron a través del ‘shashin kekkon’ o matrimonio por retrato), que se incorporaron a los trabajos en los nuevos negocios: las fondas, las pulperías, cafetines, peluquerías, entre otros.
El sistema del ‘tanomoshi’, una suerte de pandero o junta, hizo posible la apertura de varios de estos negocios, cuyos propietarios no podían acceder aún a créditos en los bancos y encontraron en la ayuda mutua la oportunidad de emprender tales comercios.
Es en esta etapa, de inicios del siglo XX, que la colonia japonesa se empieza a agrupar en instituciones (en 1917 se crea la Sociedad Central Japonesa, hoy Asociación Peruano Japonesa), en agremaciones (en Lima las hubo de peluqueros, de comerciantes del Mercado Central, entre otras), asociaciones en provincias y asociaciones prefecturales.
Se establecieron también los primeros medios de comunicación. En 1909 comenzó a distribuirse un boletín manuscrito impreso a mimeógrafo titulado Jiritsu (Autonomía), y en 1913 aparece el primer periódico impreso, el Andes Jihō (La Crónica de los Andes).
Antes, en 1908, aparece la primera escuela en la hacienda Santa Bárbara de Cañete, con 9 niños y un profesor. Más tarde se crearían otras 49 escuelas ubicadas en Lima, Callao, Ica, Pisco, Jauja, Chiclayo, Chancay, Chincha, Supe, Chimbote, Trujillo, Huacho, Huancayo, Arequipa y Puerto Maldonado.
Así es como se fueron sentando las bases de la comunidad nikkei, de los japoneses y sus descendientes en el Perú. Estos primeros años, que se extienden hasta el periodo anterior a la Segunda Guerra Mundial, fueron claves en la formación de la identidad de los nikkei.